Tres mujeres nos cuentan su historia después de abortar.
La decisión de interrumpir un embarazo no es sencilla, es una decisión bien pensada y analizada, aun así, puede haber miedo, tristeza, angustia y enojo.
Cada día más mujeres —que buscan una interrupción legal del embarazo— se acercan a profesionales de la salud que les ofrecen alternativas seguras y confiables.
En Fundación Marie Stopes tenemos 40 años de experiencia mundial en la atención de la mujer y sabemos que muchos de los sentimientos negativos frente a un aborto están vinculados a estigma, rechazo o maltrato que sufren las mujeres que dicen abiertamente que no desean ese embarazo.
Conoce las historias de 3 mujeres mexicanas que abortaron.
Después de abortar no me sentí triste ni deprimida.
El chico con el que tenía sexo (que no es lo mismo que amor) no era una persona que deseara a mi lado por el resto de mi vida. Era para mi un pasatiempo y yo sé que él también me veía así. ¡Nunca le dije que estaba embarazada ni mucho menos que abortaría!
No le dije a nadie, sino hasta cuando cumplí 6 semanas. Entonces, le dije a mi mejor amiga que me acompañara a la clínica a hacerme un aborto. Ella, sin dudarlo, me acompañó. Tomamos el metro y llegamos a la cita (que hice por teléfono). Me sentía muy nerviosa de que alguien me viera llegar, que me encontrara a alguien conocido.
En la Clínica me trataron muy bien, no me sentí rechazada, no me cuestionaron nada, no me miraron feo…
Durante todo el procedimiento traté de estar tranquila. Y cuando terminaron, me sentí completamente aliviada, feliz y tranquila conmigo misma. Pues no me parecía justo tener un hijo que no quería con alguien que no quería.
Las semanas siguientes después de abortar, estuve en casa. La verdad no me dio tristeza, ni me sentí deprimida o culpable de nada. Me parece formidable que haya Clínicas ILE profesionales, que no te llenan de culpa ni remordimientos, incluso allí mismo me pusieron una T de cobre que me ha protegido por los últimos 2 años. ¡Así no tengo más sustos!
Norma*, 31 años
Mi novio me llevó a un lugar horrible.
La verdad es que mi novio me obligó a tener relaciones sexuales ese día, porque yo sabía que estaba ovulando, le expliqué pero no me hizo caso. Entonces, a las semanas me di cuenta que estaba embarazada. Cuando le dije, no me creyó y me llevó a hacer una prueba de sangre, él entró conmigo (según para cuidarme, pero sabía que quería cerciorarse de que fuera mi sangre la analizada).
Nos dieron los resultados, equivalía a 9 semanas. Le dije que yo no quería ser madre y él se fue a conseguir dinero para la ILE, pasaron 3 semanas cuando pasó por mi, me dijo que había conseguido quien me hiciera el aborto. Me llevó a un lugar horrible, de mala muerte, con dos señores (no parecían doctores) que supuestamente me harían un legrado.
Yo salí corriendo y le dije que allí no. Él dijo que no le alcazaba para ir a otro lugar. Nos enojamos y terminé por decirle a mi mamá, se me salieron las lágrimas de impotencia pues pensé tontamente que mi novio (que era mayor que yo lo resolvería pero ¡no hizo nada!). Mi mamá me dijo que no me preocupara, al otro día me llevó a una verdadera clínica ILE, limpia, segura y hasta con enfermeras. Entonces, me anestesiaron y al poco tiempo salí sin ninguna complicación. Mi mamá me apoyó en toda la recuperación, que realmente no fue complicada porque no sentía nada, solo estaba menstruando normal.
Mi novio fue a verme y dijo: “pensé que estarías muy mal, como que realmente tú no serías buena madre”. Lo mandé a la chingada en ese momento. Y mi mamá me regañó por dejar, en manos de otro, mi salud. ¡Desde entonces mi mamá y yo somos más unidas y le cuento todo!
Gisela*, 18 años
Sentí que no volvería a embarazarme jamás hasta que vieron “mi collar de perlas”.
Yo siempre había escuchado que la mujer que abortaba ya no podría embarazarse nuevamente, que la perforaban el útero y moría desangrada, que era tanta la tristeza del remordimiento que no era recomendable abortar. Incluso, un día mi abuela dijo que una de sus hermanas había muerto de tristeza por abortar.
Así que tenía mucho miedo, más bien era como pánico. Pero me decidí, pues tenía apenas 21 años, y no quería ser mamá en ese momento. Le dije a mis tres amigas, e hicimos un plan. Una estaba muy temerosa, la otra me decía que no tuviera miedo (ella ya había abortado antes) y mi tercera amiga era la más ecuánime.
Las tres nos pusimos a buscar una Clínica ILE hasta que dimos con una económica, la verdad estaba muy fea (cerca del aeropuerto de la Ciudad de México), un hombre me dio la información por teléfono y cuando llegamos, nos trataron bien, pero yo sentía que no saldría viva del lugar.
“Me dieron unas pastillas y después me fui a casa de una de mis amigas, allí estuve por cinco horas hasta que tuve que irme a mi casa; me dieron unos cólicos horribles, sudaba frío, sentí que me desmayaba, pero creo que era más mi estrés que otra cosa. Estuve menstruando más de lo normal, pero todo bien.
Después de unos meses fui al ginecólogo y me dijo que estaba yo muy bien, que tenía “un collar de perlas precioso”, cuando pregunté: ¿qué es eso? me dijo el médico que tenia varios óvulos factibles para ser madre. ¡Mi alma regresó al cuerpo y sé que cuando quisiera ser madre, podré serlo sin temor! ¿Cómo viví el aborto en lo emocional? Pues creo que si tuviéramos información previa, todo el miedo se iría diluyendo, porque son más rumores que la realidad.
Renata*,29 años
Cada mujer vive su proceso de manera diferente. Hay mujeres que incluso se sienten mal o apenadas por sentirse bien tras haber abortado, por sentirse aliviadas, pero esto pasa por toda la culpa que nos inculcan desde pequeñas.
Recuerda que en Fundación Marie Stopes, contamos con personal médico femenino certificado y capacitado en servicios de salud sexual femenina, tú salud está en las mejores manos.
Además, en caso necesario, te podemos orientar respecto a atención psicológica para hacer frente al rechazo de los otros, los prejuicios y miedos que las creencias de otras personas te puedan generar, porque el aborto por sí mismo no está relacionado con depresión ni otros trastornos emocionales.
Si quieres saber más, ponte en contacto con nosotros por WhatsApp 55 6051 2740 o bien hacer una llamada al 555543-0000.
Por Guadalupe Camacho, @Lupichick, periodista y académica mexicana